martes, 3 de junio de 2008

A veces no es necesario que existan leyes para que lo que reclamamos se plasme. La Ley de la Memoria Histórica, ¿necesaria?, puede ser un ejemplo. En 1973 intentó publicar Ramiro Pinilla su novela: Antonio B. El Ruso. No pudo, tuvo que esperar hasta 1977. Ahora se ha reeditado. Solo es la vida de una persona de carne y hueso, novelada por Pinilla. Leerla, sentir como el estómago se te enconge, como la rabia aparece, como la oscuridad de un tiempo se hace presente, como de ajustan las cuentas con personas que no merecen ese nombre.

Leer esa novela, es la memoria más real de un tiempo pasado pero demasiado cercano.